Puntos destacados

  • La presión arterial alta se define ahora como lecturas de 130 mm Hg y superiores para la medición de la presión arterial sistólica, o lecturas de 80 y superiores para la medición diastólica. Esto es un cambio de la antigua definición de 140/90 y superior, que refleja las complicaciones que pueden producirse en esos números más bajos.
  • En la primera actualización de las completas guías de EE. UU. sobre la detección y el tratamiento de la presión arterial desde 2003, se elimina la categoría de prehipertensión.
  • Si bien habrá cerca de un 14 por ciento más de personas que serán diagnosticadas con presión arterial alta y que recibirán asesoramiento sobre cambios en los hábitos de vida, solo habrá un ligero aumento en las personas a las que se les recetará medicamentos.
  • Al reducir la definición de hipertensión arterial, las guías recomiendan una intervención temprana para prevenir aumentos adicionales en la presión arterial y las complicaciones de la hipertensión.

ANAHEIM, California, 13 de noviembre de 2017— La presión arterial alta debe tratarse antes con cambios en los hábitos de vida y en algunos pacientes con medicación, a 130/80 mm Hg en lugar de a 140/90, de acuerdo con las primeras guías nuevas y completas sobre la hipertensión en más de una década. La American Heart Association (AHA) y el American College of Cardiology (ACC) publican las guías para la detección, la prevención, la gestión y el tratamiento de la hipertensión.

Las guías se presentaron hoy en la conferencia de las sesiones científicas de 2017 de la asociación en Anaheim, el primer foro mundial de ciencia cardiovascular sobre los últimos avances en ciencia cardiovascular para investigadores y médicos.

En lugar de que 1 de cada 3 adultos estadounidenses presenten presión arterial alta (32 por ciento) con la definición anterior, las nuevas guías darán como resultado que casi la mitad de la población adulta estadounidense (46 por ciento) presentarán presión arterial alta, o hipertensión. Sin embargo, según señala los autores, solo habrá un pequeño aumento en el número de adultos estadounidenses que requerirán medicamentos antihipertensivos. Estas guías, la primera actualización que ofrece una orientación completa a los médicos sobre la gestión de adultos con hipertensión desde 2003, están diseñadas para ayudar a las personas a tratar la afección potencialmente mortal mucho antes.

Las nuevas guías subrayan la importancia de utilizar la técnica adecuada para medir la presión arterial. Los niveles de la presión arterial deben basarse en un promedio de dos a tres lecturas realizadas en al menos dos ocasiones diferentes, comentaron los autores.

La hipertensión representa el segundo mayor número de muertes por accidente cerebrovascular y enfermedades cardiacas prevenibles, después del tabaquismo. Se conoce como el "asesino silencioso" porque con frecuencia no hay ningún síntoma, a pesar de su papel en el aumento significativo del riesgo de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular.

Paul K. Whelton, M.B., M.D., M.Sc., autor principal de las guías publicadas en la revista de la American Heart Association, Hypertension y la revista del American College of Cardiology, resaltó los peligros de los niveles de presión arterial entre 130-139/80-89 mm Hg.

“Ustedes ya han duplicado el riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares en comparación con las personas que tienen un nivel de presión arterial normal”, dijo. “Queremos ser francos con la gente: si ya tiene el doble de riesgo, debe saberlo. Esto no significa que necesite medicación, pero es una luz de alerta que usted necesita para reducir su presión arterial, principalmente con enfoques sin medicamentos.”

Las categorías de presión arterial en la nueva guía son:

  • Normal: Menos de 120/80 mm Hg;

  • Elevada: Máxima (sistólica) entre 120-129 y mínima (diastólica) inferior a 80;

  • Etapa 1: sistólica entre 130-139 o diastólica entre 80-89;

  • Etapa 2: Sistólica como mínimo de 140 o diastólica como mínimo de 90 mm Hg;

  • Crisis hipertensiva: Una máxima por encima de 180 y/o una mínima por encima de 120, con pacientes que necesitan cambios rápidos en la medicación si no hay otras indicaciones de problemas, u hospitalización inmediata si hay signos de daño a los órganos.

Las nuevas guías eliminan la categoría de prehipertensión, que se usaba para la tensión arterial con una máxima (sistólica) de entre 120-139 mm Hg o una mínima (diastólica) de entre 80-89 mm Hg. Las personas con esas lecturas ahora se categorizarán como con hipertensión Elevada (120-129 y menos de 80) o de Etapa I (130-139 u 80-89).

Las guías anteriores clasificaban 140/90 mm Hg como hipertensión de Etapa 1. Este nivel está clasificado como hipertensión de Etapa 2 en las nuevas guías

Se espera que el impacto de las nuevas guías sea mayor entre los jóvenes. Se espera que la prevalencia de hipertensión se triplique entre los hombres menores de 45 años, y se duplique entre las mujeres menores de 45, según el informe.

El daño a los vasos sanguíneos comienza poco después de que se eleve la presión arterial, comentó Whelton, que es profesor de salud pública global del Show Chwan en la Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad de Tulane y en la Facultad de Medicina de Nueva Orleans. “Si solo va a centrarse en los eventos, eso ignora el proceso cuando está comenzando. El riesgo ya está aumentando a medida que entra en los 40.”

Las guías subrayan la importancia de la monitorización de la presión arterial en el hogar mediante dispositivos validados y la formación adecuada de los profesionales sanitarios, para revelar la "hipertensión del bata blanca", que se produce cuando la presión se eleva en un entorno médico, pero no en la vida cotidiana. Las lecturas en el hogar también pueden identificar la "hipertensión enmascarada", cuando la presión es normal en un entorno médico pero elevada en el hogar, lo que requiere tratamiento con hábitos de vida y posiblemente medicamentos.

“La gente con hipertensión de bata blanca no parece tener la misma elevación en el riesgo que alguien con verdadera hipertensión sostenida ", apuntó Whelton. "La hipertensión enmascarada es más siniestra y muy importante de reconocer porque estas personas parecen tener un riesgo similar a aquellas con hipertensión sostenida.”

Otros cambios en la nueva guía incluyen:

  • Solo recetar medicación para la hipertensión de Etapa I si un paciente ya ha tenido un evento cardiovascular como un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular, o tiene un alto riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular en base a la edad, la presencia de diabetes mellitus, enfermedad renal crónica o el cálculo del riesgo ateroesclerótico (utilizando la misma calculadora de riesgo utilizada para evaluar el colesterol alto).

  • Reconocer que muchas personas necesitarán dos o más tipos de medicamentos para controlar su presión arterial, y que las personas pueden tomar sus pastillas de forma más consistente si se combinan varios medicamentos en una única pastilla.

  • Identificar el estado socioeconómico y el estrés psicosocial como factores de riesgo para la hipertensión arterial que deberían considerarse en el plan de atención del paciente.

Las nuevas guías fueron desarrolladas por la American Heart Association, el American College of Cardiology y otras nueve organizaciones profesionales de la salud. Fueron redactadas por un panel de 21 científicos y expertos en salud que revisaron más de 900 estudios publicados. Las guías se sometieron a un cuidadoso y sistemático proceso de revisión y aprobación. Cada recomendación se clasifica según la fuerza (clase) de la recomendación seguida del nivel de las evidencias que la respaldan. Las recomendaciones se clasifican como I o II, con la clase III que no indica ningún beneficio o daño. El nivel de evidencia es indicativo de la calidad de la evidencia. Los niveles A, B y C-LD denotan evidencia recopilada de estudios científicos, mientras que el nivel C-EO contiene evidencia procedente de la opinión de expertos.

Las nuevas guías son las sucesoras del Séptimo informe del Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Pressure (JNC7), publicado en 2003 y supervisado por el National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI). En 2013, NHLBI pidió a la AHA y al ACC que continuaran con la gestión de la preparación de las guías para la hipertensión y otros factores de riesgo cardiovascular.

Los coautores son Robert M. Carey, M.D., vicepresidente del comité de redacción; Wilbert S. Aranow, M.D.; Donald E. Casey, Jr., M.D., M.P.H., M.B.A.; Karen J. Collins, M.B.A.; Cheryl Dennison Himmelfarb, R.N., A.N.P., Ph.D.; Sondra M. DePalma, M.H.S., P.A.-C, C.L.S.; Samuel Gidding, M.D.; Kenneth A. Jamerson, M.D.; Daniel W. Jones, M.D.; Eric J. MacLaughlin, Pharm.D.; Paul Muntner, Ph.D.; Bruce Ovbiagele, M.D., M.Sc., M.A.S.; Sidney C. Smith, Jr., M.D.; Crystal C. Spencer, J.D.; Randall S. Stafford, M.D., Ph.D.; Sandra J. Taler, M.D.; Randal J. Thomas, M.D., M.S.; Kim A. Williams, Sr, M.D.; Jeff D Williamson, M.D., M.H.S. and Jackson T. Wright, Jr., M.D., Ph.D., en nombre del American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Clinical Practice Guidelines. Las declaraciones de los autores y de nuestros socios de las organizaciones colaboradoras están publicadas en línea y en el apéndice del manuscrito.

Recursos adicionales:

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